PRESENTACIÓN, EXPOSICIÓN Y CATÁLOGO GUÍA
AUTOBÚS DE LA MEMORIA Y GARRAZTA ELKARTEA
- Inauguración: viernes, 21 de febrero. 20:00
- Días: Del 21 de febrero al 3 de marzo
- Lugar: Casa de Cultura de Zizur Mayor
- Horario Exposición: Laborables 19:00h. a 21:00h., festivos 12:00h. a 14:00h.
PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS
“JACINTO OCHOA LA PRISIÓN MAS LARGA” Martes, 25 de febrero. 20:00
JOSE LUIS DIAZ MONREAL – CARLOS OTXOA
“COMO LA MULA AL SURCO” Lunes, 3 de marzo. 20:00
PEDRO JOSÉ FRANCES
Memoria de la represión franquista.
Jose Ramón Urtasun. Carlos martínez. Iñaki Arzoz.
Jacqueline Urla. Miguel Sánchez Ostiz. Víctor Moreno. Miren Y Mikele Agirre Aristizabal. Carlota Leret O’neill. Mikel Donazar. Carlos Couso. Pablo Ibáñez. Mauricio Rodríguez-Gastaminza. Bernardo Atxaga. Javier Eder. Carlos Otxoa. Roldán Jimeno Aranguren. Josefina Campos. Pedro José Francés. Fernando Mikelarena. Julia Itoiz. Chula Potra. Josefina Lamberto. Fermín Valencia. Maribel Celaya. Felix Esparza Fernández. Francisco Castro. Pilar García. Isaac Arenal. Manuel Soriano. Fernando Mendiola. Bingen Amadoz. José Carlos Monedero. José Ramón Martínez. Paco Etxeberria. José María Jimeno Jurío. Pablo Antoñana. Ramón Lapesquera. Galo Vierge.
De nuevo el arte comprometido
Más allá de sus cualidades y calidades, el trabajo de Urtasun en este proyecto pone una vez más el dedo en la llaga del viejo debate de la modernidad sobre el compromiso en el arte, que ya creíamos superado pero que, cuando se trata de ciertos temas que afectan a la dignidad humana, descubrimos que sigue abierto. En este sentido, no cabe duda de que esta colección de estampas es arte con causa, porque se pone al servicio de una causa digna –la de la memoria histórica-, lo cual nada tiene que ver con aquel arte al servicio de La Causa , ya sea la del realismo socialista o del idealismo fascista. Al contrario, el trabajo de Urtasun es arte de compromiso en el mejor sentido de la expresión: crítico y provocador. Y la mejor prueba es su deliberada falta de dogma estético en su búsqueda del estilo ecléctico que mejor pueda servir al proyecto.
Arte rabiosamente comprometido, humildemente comprometido, de un trabajador del arte que entronca con la actual tendencia del arte contemporáneo de perfil político pero, en su caso, sin asomo de oportunismo ni diletantismo.Urtasun se siente heredero de aquellos artistas republicanos que defendieron desde el exilio o la clandestinidad las causas perdidas, aquellas a las que no se puede renunciar porque forman parte de la integridad de la vida.
Así, el pintor y cartelista de tantas causas cercanas, vuelve a poner en esta ocasión su oficio y su pasión –ambas son imprescindibles- al servicio de la recuperación de la memoria histórica, que es la de las víctimas directas pero también la de la memoria comunal de todos y de cada uno de nosotros. Y, por ello, también para los creadores este proyecto supone una interpelación directa acerca de su compromiso estético y vital con la justicia social en cualquier ámbito. Un compromiso que no busque la mera compasión del público sino su complicidad activista. Un arte comprometido social y políticamente, que desde la libertad creativa contribuya a la rebelión y la dignidad es –Urtasun lo demuestra– no solo más necesario que nunca, sino, posible.
La recuperación de la memoria histórica también desde este arte comprometido es una labor inapreciable e inaplazable. Porque esta es la última generación de víctimas y de creadores que vivieron la guerra o la posguerra y pueden dejar
testimonio sensible –con el olor y el sabor intransferibles de aquella muerte– para las generaciones futuras. No tanto para la historia con mayúsculas –que tan fácil se arrumba o manipula en libros y manuales– como para la memoria viva del pueblo, la única que puede salvarnos de caer de nuevo en ese abismo de barbarie.
En Navarra, esta labor es doblemente urgente, ya que nuestras instituciones, dirigidas por los herederos del franquismo, ignora deliberadamente una labor pública que en otros países europeos azotados por el horror fascista se realiza con normalidad.
Cuando en el horizonte de Iruña todavía se alza el Monumento de los Caídos y Cripta del golpista General Mola –desvelado su interior en la instalación ‘El Director’ de Patric Tato y Dirk Hermann-, cuando en el Fuerte de San Cristóbal se derriban muros para ocultar sus trazas de penal de exterminio, cuando por toda la geografía de Navarra sobreviven intactos numerosas símbolos del franquismo, el proyecto comprometido y comprometedor de esta exposición se hace imprescindible. Es preciso contrarrestar el silencio oficial y la infamia de los monumentos, con las armas críticas y cotidianas del arte.
Frente el fresco de otro Ramón, Ramón Stolz, en la cúpula del Monumento a los Caídos que, a mayor gloria de los requetés, nos muestra la épica de los verdugos, hay que contraponer
la dolorosa memoria de las víctimas de las pinturas de José Ramón Urtasun, como un puñetazo visual en el imaginario colectivo de Navarra.
Esta es la tarea: mientras la memoria histórica sea en Navarra una asignatura pendiente -huérfana de espacios de reflexión, debate y meditación, de materiales didácticos, de reparación
social y cultural- sirva esta provocadora exposición organizada por El Autobús de la Memoria como lanzadera nómada por pueblos y caminos de ese centro de la memoria histórica vivo que Navarra tanto necesita contra su persistente desmemoria y que, acaso, nunca fundará.
Cuando Adorno afirmó que “escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie” quizá planteara filosóficamente la imposibilidad radical de representar el horror. Pero sin las pinturas bárbaras de Urtasun y de los artistas de la memoria histórica es posible que 1936 estuviera de nuevo en marcha…
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