El agua subterránea que discurre por la margen derecha del río Arga, a su paso por el meandro de la Magdalena, goza de buena salud. Así lo concluye el informe final del plan de control del agua freática, que constata la estabilidad de esta masa de agua durante el último año y la ausencia de indicios relevantes de contaminación.
Los análisis, realizados entre agosto de 2024 y junio de 2025, no han detectado la presencia de herbicidas, plaguicidas ni reguladores del crecimiento vegetal. Tampoco se han encontrado fosfatos, nitratos u otros compuestos que suelen delatar una contaminación de origen agrario. Los niveles de nitratos y otras especies nitrogenadas se mantienen muy por debajo de los límites legales: en ningún caso superan los 5 mg/L, frente al máximo de 37,5 mg/L que establece la normativa para la protección frente a la contaminación difusa.
El estudio confirma, además, que el nivel freático se mantiene estable a lo largo del año. Los parámetros físico-químicos, como el pH y la conductividad eléctrica a 20 ºC, apenas registran variaciones, lo que indica que la concentración de sales disueltas en el agua se mantiene constante. Entre los elementos analizados destacan los sulfatos, con valores elevados en comparación con otros compuestos, una circunstancia que los técnicos atribuyen previsiblemente a la presencia de rellenos antrópicos en la zona y que, según el informe, se mantendrá en el futuro.
No ocurre lo mismo con el potasio, cuyos niveles muestran una mayor variabilidad. El informe detecta un incremento notable en agosto, posiblemente relacionado con el uso de enmiendas agrarias, un repunte en diciembre y un descenso progresivo hasta el mes de junio.
En momentos puntuales del año también se ha observado la presencia de materia orgánica, reflejada en los parámetros DBO5 y DQO, que miden el oxígeno necesario para la descomposición y oxidación de dicha materia. Ambos indicadores se disparan de forma significativa en los meses de agosto, diciembre y mayo.
Seguir vigilando la calidad del agua
A la vista de estos resultados, el informe recomienda mantener los controles periódicos de la calidad del agua en los ríos de Pamplona. En especial, propone reforzar los análisis en los meses de mayo, agosto y diciembre para determinar si las variaciones detectadas responden a episodios puntuales o si se repiten de manera sistemática en el tiempo.
Las muestras han sido tomadas por personal técnico del Laboratorio de Ensayos Navarra SL (LABENSA) en ocho campañas distintas —agosto, septiembre, octubre y diciembre de 2024, y febrero, abril, mayo y junio de 2025— mediante un piezómetro con recuperación continua de testigo. Este trabajo se enmarca en la acción B2 del proyecto RUNA 2025, que cuenta con una financiación de 2,7 millones de euros procedentes de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea a través de los fondos Next Generation EU.
Un protocolo para mejorar los ríos urbanos
Paralelamente, el proyecto RUNA 2025 ha culminado el protocolo de mejora de la calidad del agua en los ríos Arga, Elorz y Sadar. El documento revisa el marco normativo y territorial de las cuencas, recopila estudios previos y analiza las presiones e impactos que sufren estos cauces a su paso por Pamplona. A partir de los resultados de los análisis de agua superficial, se plantean numerosas medidas preventivas y correctoras, con especial atención a la gestión de las aguas pluviales en áreas metropolitanas.
Entre las actuaciones vinculadas a este trabajo figura el seguimiento geomorfológico del derribo de la presa del Molino de Ilundain, otra de las acciones del proyecto RUNA 2025. La fase previa al desmontaje ya ha concluido y, durante el periodo de estiaje, se repetirán los análisis de secciones, granulometrías, batimetrías y perfiles longitudinales para evaluar el impacto del derribo en la dinámica fluvial. Los documentos resultantes se publicarán próximamente en la web municipal, www.pamplona.es.






