Alejandro Llano, rector de la Universidad de Navarra entre 1991 y 1996, ha fallecido hoy, en Pamplona, a los 81 años. Considerado uno de los filósofos más reconocidos de España, fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras del centro académico y presidente del antiguo Instituto de Antropología y Ética (actual Core Curriculum).
Nació el 9 de junio de 1943 en Madrid y vivió durante su infancia en El Carmen (Asturias). Tras haber estudiado en las Universidades de Madrid, Valencia y Bonn, se doctoró en la Universidad de Valencia con una tesis sobre la Metafísica de Kant (1971). En 1976, obtuvo la Cátedra de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid y en 1977 se trasladó a la Universidad de Navarra, para impartir clases de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras, centro del que fue decano entre 1981 y 1989. En 1991, fue nombrado rector de la Universidad de Navarra, cargo que ocupó hasta 1996.
Junto al profesor Rafael Alvira, fallecido el pasado mes de febrero, fue uno de los impulsores del Instituto Empresa y Humanismo (1986) y uno de los principales organizadores de las Reuniones Filosóficas que se celebran anualmente en la Universidad desde hace más de 50 años. En el año 2000 fue nombrado presidente del Instituto de Antropología y Ética, actualmente Instituto Core Curriculum. Asimismo, formó parte de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (2000) y recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad Panamericana de México (2005).
Su investigación se centró principalmente en la filosofía del idealismo alemán, con mención especial a Inmanuel Kant, así como en cuestiones de ontología y teoría del conocimiento en Aristóteles y Tomás de Aquino, con planteamientos del análisis lógico-lingüístico. También investigó aspectos de filosofía política, teoría de la cultura y deontología. Autor de numerosos libros, entre los que destacan “Fenómeno y trascendencia en Kant” (1973); “Ética y Política en la sociedad democrática” (1981); “Ciencia y Cultura al servicio del hombre” (1982); “El futuro de la libertad” (1985); “Filosofía della Conoscenza” (1987); “El humanismo en la Empresa” (1991); o “El enigma de la representación” (1999), entre otros. Escribió más de cien artículos e impartió cerca de 150 conferencias en universidades de todo el mundo.
Un maestro “querido y admirado a la vez”
“Nos sentimos muy apenados por la pérdida del profesor y antiguo rector Alejandro Llano. Como ocurre con los grandes maestros, logró ser querido y admirado a la vez. Aunaba sencillez y profundidad en su figura extraordinaria de académico enamorado de la Universidad. Fue un pensador audaz y sugerente, cuyas aportaciones en diversos ámbitos filosóficos fueron muy relevantes y abrieron horizontes a muchos discípulos. Y también supo ser un gran docente, que disfrutaba de las clases con la pasión propia de quien veía en cada estudiante una persona con la que dialogar en la búsqueda de la verdad”, ha expresado la rectora, María Iraburu.
Además, ha querido destacar el servicio del profesor Llano a la institución en responsabilidades de gobierno, particularmente sus años de rector, con resultados bien tangibles. “En un día tan significativo para él, pues hoy se celebra el aniversario de la fundación del Opus Dei, del que el profesor Llano era miembro, se nos va una vida lograda por la que en la Universidad de Navarra nos sentimos muy agradecidos”.
Por su parte, Alfonso Sánchez-Tabernero, rector de la Universidad entre 2012 y 2022, recuerda cómo el profesor Llano “detectaba dos perfiles psicológicos opuestos: los desaprensivos -siempre imperturbables- y los patéticos, a los que les afectan en extremo las malas noticias. Aunque él se ubicaba entre estos últimos -era, ciertamente, un tipo sufridor- en sus años de gobernante universitario tomó decisiones llenas de coraje sin que le temblara el pulso”.
Sánchez-Tabernero ha destacado la generosidad y entrega del profesor Llano con sus alumnos: “Escuchaba sus inquietudes, sugería lecturas, preguntaba con destreza y no imponía su criterio. Decía que la misión de los profesores no era colonizar las mentes de los estudiantes, introducirles en un molde preestablecido, sino ayudarles a descubrir la verdad de su propia vida. Sus interlocutores se sentían comprendidos y alentados a comportarse con magnanimidad. Quizás por esa razón dirigió 89 tesis doctorales y muchas personas en Europa y América le consideran su maestro”.