Uniendo poesía, filosofía y zen, el escrito Eugenio Sánchez Redondo, llega a las librerías con su debut literario bajo el atractivo título de “La vida de todos”, editado por Cuadernos del Laberinto. Una iluminación reflexiva sobre la intimidad. Poemas que desarrollan una recreación lírica de la búsqueda vital que se esconde en cada ser humano. Y no podía ser de otra forma, ya que el autor, profesor de filosofía, busca con su palabra ensanchar los límites de lo puramente carnal y llevar al lector al reino de la identidad y del pensamiento. Un libro sorprendente por su vitalidad y sentido profundo de las ideas.
“La vida de todos” es su debut editorial, sin embargo, no parece una obra de juventud. En sus versos es palmario que todo está muy hilado y que el peso de la experiencia es robusto. ¿Cómo ha sido el trabajo de composición de la obra?
Puedo decir que este libro ha sido fabricado en secreto, ya que muy poca gente llegó a leer alguno de sus poemas y porque el libro se ha escrito sin contacto con otros poetas o talleres o círculos literarios y solo me han guiado mis lecturas, en general de clásicos, como Rimbaud, Hölderlin, Rilke, Jorge Guillén, Ángel González o Zagajewsky.
Cada poema ha surgido de un fondo de verdad, de una necesidad de expresión o del intento de comprender, esto es lo que me ha dado confianza en lo que escribía; solo después he prestado atención a los aspectos formales, al margen de modas o corrientes, en una búsqueda de lo exacto y lo esencial; una poesía que es un esculpir, un limar cada sobrante y cada exceso.
Quizás sean la preocupación por el sonido, el desarrollo y el trabajo incesante lo que dé a los poemas madurez y exactitud.
¿Qué va a encontrarse el lector bajo este título tan bello y social como es “La vida de todos”?
La escritura de este libro se extendió durante varios años, con interrupciones y periodos acelerados, y supone una cierta biografía vital hecha de encuentros y de reflexión. El título se debe a una conversación casual con una amiga donde, al hablar de la vida como algo más allá de la personal, utilicé la expresión “La vida de todos”, ella dijo: “¡qué buen título!”, y a mí también me lo pareció, así que escribí el poema y le di título al libro que se acaba de publicar.
Creo que el poeta, por más intimista o subjetiva que sea su poesía, tiene una vocación de tipo comunitario, algo como en nombre de un “pueblo” o para un “pueblo futuro”. Este sentido se encuentra en Hölderlin, para quien el poeta sufre las tempestades de lo que ocurre con la cabeza descubierta y luego manda el mensaje a los mortales.
Siempre tuve el proyecto de publicar y el libro fue creciendo y estructurándose alrededor de algunos temas centrales como son el cuerpo, la realidad, el sufrimiento, el Zen, la naturaleza o el arte.
Su formación y profesión están ligadas con la filosofía ¿qué hay de esta materia en su poesía?
Quiero pensar que la filosofía en su aspecto más académico o formal no ha influido en mi poesía, aunque es cierto que hay cierta forma de abordar los temas, cierto tipo de reflexión y cierta emoción que me acercan a ella. Alguna vez me han dicho que mi poesía es filosófica, pero creo que es mi carácter el que tiene ese aspecto y no puedo decir por qué, es mi manera de indagar y de preguntarme por las cosas.
Hay algunos poemas que tratan ciertos temas como la “realidad” o el “tiempo” que han estado vinculados a la filosofía, pero los encaro más como un melancólico o un meditador que como filósofo, si bien es cierto que hay conceptos y referencias filosóficas en varios poemas y en la manera que tengo de percibir y explicarme el mundo. También ciertas intuiciones del budismo Zen están presentes como un bajo continuo que acompaña buena parte del libro.
En mi poesía hay ideas, pero son más bien el resultado de una intuición poética y en todo caso como dice Mallarmé, no es tanto la idea como “el gesto de la idea”.
Abre el libro una cita de Jorge Guillén que parece ir perfectamente con la temática del libro: «Una vasta similitud lo entrelaza todo».
¿Sigue siendo la poesía un vínculo común que anuda a todo tipo de personas? ¿Cuál es el motivo que la lleva a escribir poesía?
La cita está extraída de un poema de Jorge Guillén que lleva por título “Walt Whitman” donde cita un verso del poeta: “En la playa de noche solo”, así va desgranando una gran enumeración, como las que hacía Withman, estas enumeraciones intentan captar la totalidad, formar una serie que se querría infinita y que abarcaría todas las cosas en un último sentido cósmico. Guillén se sitúa en la playa, en la noche, mira las estrellas, piensa en el universo y en el porvenir, escribe: “una vasta similitud lo entrelaza todo” y continúa con las esferas, el sol, la luna, los planetas, las almas, los cuerpos vivos, los procesos, las civilizaciones, las lenguas, las identidades, las vidas y la similitud que las abarca a todas, ahora y por siempre. Es esa visión extasiada de la totalidad la que me animó a incluir esa cita. Además, el poema me conmovió como muchos de Jorge Guillén a quien leo y admiro desde la adolescencia.
Sabemos que es una pregunta complicada, pero ¿cómo definiría usted la poesía?
No creo que pueda decir mucho de la esencia de la poesía o de sus causas, pero de lo que sí puedo hablar es de sus “efectos”. Un elemento clave de lo poético es la velocidad; su alta velocidad le permite conectar los puntos más distantes de la realidad o los puntos más alejados de nuestra corteza cerebral, originando así un salto cognitivo y estético. Es claro que en las demás artes también existe esto, pero considero la poesía un acceso directo a la comprensión del mundo. Además, necesita poco o nada para existir, no hace falta una excesiva formación ni variadas experiencias ni haber contemplado grandes obras de arte. Emily Dickinson hace de su casa el centro del universo y, desde allí, su poesía accede a todas las cosas, incluso al Himalaya.
Es por eso que coincido con Adam Zagajewski cuando dice que la poesía no es un género literario, si bien existe una poesía literaria o de literatos. Es Zagajewski quien mejor ha expresado la velocidad de lo poético, asemejándola a un estallido, en “Un poema floreciente” escribe:
"Cada poema, incluso el más breve,
puede transformarse en un largo poema floreciente,
y dar la sensación de que podría incluso estallar
porque por doquier se esconden unas reservas
inconmensurables de crueldad y de maravillas y esperan
pacientes nuestras miradas que puedan liberarlas
y extenderlas como se extienden las cintas de carreteras
en verano"
Así, algunos poemas llegan a estallar y no se pueden comprender cómo lo han logrado, casi temblamos por un tiempo tratando de averiguar lo que ocurre. Es verdad que estos impactos son de distinto tipo, a veces más mesurados, como encantamientos, a veces más reflexivos, pero este sigue siendo un punto esencial y aunque un poema no se pueda consumir, como dice Pasolini, es verdad que estos primeros encuentros son, de algún modo, únicos.
También el poeta debe ser veloz, el lenguaje tiene puertas por donde podemos entrar a cuevas maravillosas, plenas de tesoros, donde podemos sumergir nuestros brazos en cofres llenos de joyas, diamantes, piedras preciosas, pero la puerta se cierra pronto y solo podemos agarrar, como ladrones, un pequeño fragmento de luz que es posible que siga brillando en nuestro poema y que alguien lo reconozca cuando lo lea.
¿Cómo definiría su estilo poético?
Mi poesía es una poesía de contenidos y, en este sentido, cuando está bien asentada la forma surge con naturalidad. Todo comienza con cierto hallazgo, una sensación, un paseo, una reflexión que se pone en marcha. Veo qué hay crítica se centra en los aspectos más formales y que a los significados o a los poemas que tratan de un tema se les valora menos; también se tiende a conectar a menudo el hermetismo con la profundidad. Por mi parte, el desencadenante poético siempre es una necesidad de expresión.
También puedo empezar a escribir sin una idea previa, en el momento, centrándome en la luz que hay, en los sonidos, en mi propia mente que reposa e imagina; es de esta manera que a veces surgen paisajes puramente mentales que me ayudan a expresar ciertas sensaciones e ideas, por ejemplo el poema “Tal como es” comienza así:
"La brillante hierba recoge el gris del cielo
y da color y profundidad al espacio"
Es un poema de cómo la realidad se ofrece sin ocultaciones, solo hace falta mirar con naturalidad sin buscar ningún misterio detrás de ella, pero me apoyo en paisaje mental que incluye el cielo, la hierba, las humedades, los reflejos, los charcos. Es un procedimiento que suelo utilizar cuando simplemente sigo el momento.
“Instante” es una palabra que surge mucho en mis poemas, me resulta inevitable. Uno se sitúa en él de diferente manera, según su historia personal, sus perspectivas y sus intereses. El Zen también es sensible al instante, puesto que lo considera la única realidad, “aquí y ahora” se podría afirmar que es su lema; pero el instante también puede ser la máxima pobreza, no tener más que el ahora, el mínimo presente, ni pasado lleno ni propósito futuro.
Para mí funciona como un espacio de creación, un paréntesis donde las cosas pueden surgir, crearse. El instante “crece a lo ancho sin prohibición ni medida” digo en uno de mis poemas, suspende el avance longitudinal del tiempo, pero tiene su propia temporalidad en lo ancho, en lo intenso, en lo profundo. Un instante es el círculo de fuego que produce Fausto y desde donde conjura las fuerzas del mal, al mal también llamaba Baudelaire, deslumbrado por las oscuras fuerzas del capitalismo.
Para mí es el cuerpo el que espera en el instante, el que contesta las preguntas, el que pronuncia los oráculos. Un cuerpo que habla, pero que no tiene profundidad, es decir, que no esconde ningún saber por el cual podríamos ser redimidos. Hay un poema Zen que dice: “El cuerpo vacío e ilusorio de la ignorancia es el cuerpo de Buda”, esta es un punto principal, no hay acertijo a resolver ni pieza que pueda completar el rompecabezas del conocimiento del mundo y de nosotros. Un cuerpo que como en el poema “El cuerpo de Gandhi”, no consiste en los pulmones ni en los órganos sino en una pura intensidad por la cual está unida al alma en puntos que se enhebran en su propia luz.
Mi forma creativa tiene que ver con esos momentos en los que el mundo se revela porque poseemos reminiscencias por la cuales llegamos a cierta comprensión.
¿Cómo convencer a los que dicen que no leen poesía porque no la entienden?
Creo que lo más importante es escribir una poesía honesta, valiente, comprometida, mejor si no es edificante o meramente subjetiva, una poesía con una vocación no meramente personal, aunque los temas lo sean.
Nunca se llega a entender todo, como profesor de filosofía he tenido que leer libros que a veces no entendía, pero se trata de seguir adelante y al final uno puede captar lo esencial. Quizás la mayor dificultad esté en que hay que hacer un esfuerzo, no solo de comprensión sino también estético.
Lo poético tiene aspectos pedagógicos muy importantes por la necesidad de jugar con diferentes facultades, la memoria, la imaginación, la cognición, y por la utilización en primer orden del lenguaje, esa fina película que todo lo cubre; se debería atender más en la escuela.
Recomiéndenos un libro de un poeta actual.
He leído hace poco “Pacific Grove” de José Ramón Ayllón Guerrero. Ya había leído algunos poemas suyos cuando ganó un premio relevante y sentí que teníamos cierta afinidad. Este libro es distinto, pero también he encontrado poemas que llegan con fuerza y una poesía medida y justa.
Se trata de un viaje, espacial y personal, donde vemos fluir diferentes lugares y personajes en un intensivo viaje al Oeste americano.
En esta visión hay mucho de Edward Hopper, a quien dedica un bonito poema, y una sucesión de espacios como hoteles, casas de playa, autopistas, paisajes geológicos, librerías etc. donde el poeta muestra una gran captación y sensibilidad para asumirlos y relacionarlos con su devenir íntimo, personal y familiar.
¿Con quién le gustaría irse de cañas?
Después de haberme pensado tan sugerente oferta, he decidido tomarme esa caña con el filósofo esloveno Slavoj Žižek. Recuerdo que en un viaje por la antigua Yugoslavia, a finales de los 80, servían unas grandes jarras de cerveza del tiempo y podríamos empezar por ahí.
Slavoj Žižek se ha convertido en una celebridad filosófica, es un filósofo muy conocido que vende libros por todo el mundo. Se le considera un filósofo pop, ya que extrae mucho de su material de la cultura popular, análisis de películas y chistes. Acabo de leer una de sus últimas entrevistas en Liubliana, donde reside ahora, y es gracioso, porque acaba de cumplir 75 años y lo primero que comenta son los problemas con su cuarta mujer por tener horarios incompatibles. Recuerdo hace unos años verle en un vídeo guardando la ropa de vestir en los armarios de la cocina.
También he terminado su libro “Demasiado tarde para despertar” un libro de 2024 que analiza fundamentalmente la guerra de Ucrania y se pone totalmente del lado de los ucranianos, en algunos círculos se le ha acusado de ser un agente de la CIA, cosa que al parecer le hace mucha gracia.
Catalogado como perteneciente a la izquierda lacaniana Žižek ha trabajado sobre todo con la ideología, los temas culturales, los análisis de cine, el psicoanálisis de Lacan, el marxismo y al idealismo de Hegel. Una extraña mezcla que ha producido en muchos casos libros deslumbrantes, llenos de humor, ironía y erudición. Sin embargo, ha sido y está siendo muy atacado por hacer una filosofía que parece más especiosa que fundamental y algunos auguran que de él quedará poco.
Un problema de nuestra cita será tener que conversar con una persona que tiene continuos tics cuando habla, se toca la nariz, mira hacia abajo, mueve la cabeza, pero al menos podremos hablar en español, porque sé que lo habla decentemente, ya que estuvo casado con una filósofa y modelo argentina,