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El poder del juego en el aprendizaje; Retos, colaboración y habilidades para el siglo XXI

Desde tiempos ancestrales, los juegos han sido herramientas de aprendizaje. En las sociedades cazadoras, los juegos motores tradicionales preparaban a las...

Desde tiempos ancestrales, los juegos han sido herramientas de aprendizaje. En las sociedades cazadoras, los juegos motores tradicionales preparaban a las personas para ser ágiles, esconderse estratégicamente y trabajar en equipo, habilidades vitales para la supervivencia. 

Aunque los juegos han evolucionado, su capacidad para desarrollar competencias sigue siendo indiscutible. Hoy, los juegos de mesa estimulan la memoria, enseñan a procesar y utilizar la información en el momento adecuado. En el siglo XXI, donde el pensamiento crítico, la organización de datos y el trabajo colaborativo son esenciales, los juegos se convierten en una herramienta educativa fundamental.

Jugando se recrean situaciones con problemas reales que los jugadores deben resolver, lo que genera una alta motivación. Los participantes se ven impulsados a superar los desafíos que el juego plantea, transformando el aprendizaje en una experiencia envolvente y práctica.

En este contexto, los másteres en juego, gamificación y tecnología aplicados a la educación, ofrecidos por Euneiz (Vitoria) y Enti-UB (Barcelona o virtual), capacitan a los estudiantes para integrar los juegos y estrategias lúdicas en entornos educativos de manera efectiva.

Cinco razones para usar el juego en el aprendizaje

Existen cinco razones clave por las que el juego es ideal para desarrollar habilidades esenciales en el aprendizaje actual, desde la organización de la información hasta la transferencia de conocimientos.

Un juego es un reto.

Un juego presenta un desafío que los jugadores deben resolver. Este reto es el motor de la acción del juego, y se deben formular hipótesis y tomar decisiones para superarlo. Los buenos juegos enmarcan este reto de manera clara, ayudando a los jugadores a saber qué deben hacer para avanzar.

Un ejemplo son los juegos de escape, donde se presenta un desafío concreto: ¿cómo abrir la puerta? Esto marca claramente la condición de victoria y se orientan las acciones a tomar durante la partida.

Comunicación y decisiones.

Las decisiones que los jugadores toman son cruciales para resolver el reto. En juegos cooperativos, estas decisiones se comparten y la comunicación entre los jugadores es clave para coordinar acciones y alcanzar el objetivo común. Incluso en juegos individuales, se puede fomentar la reflexión y el diálogo sobre las estrategias utilizadas.

Los juegos cooperativos y de rol promueven la interacción y la discusión entre los jugadores, ya que deben comunicar sus acciones, discutir tácticas y coordinar esfuerzos para lograr el objetivo final.

Aprender de los errores.

El error es una parte esencial del aprendizaje en los juegos. Jesper Juul, en su libro The Art of Failure, analiza la paradoja del fracaso en los videojuegos. Aunque los humanos tienden a evitar el fracaso, en los videojuegos el error es parte fundamental de la experiencia y los jugadores disfrutan del proceso de fallar y mejorar.

Este ciclo de prueba y error fomenta una mentalidad de crecimiento, donde los errores se ven como oportunidades para aprender y mejorar, ayudando a desarrollar habilidades críticas y analíticas.

Organización de la información.

Los juegos proporcionan retroalimentación constante, permitiendo a los jugadores analizar si han actuado correctamente o si pueden mejorar. Esta retroalimentación es la que organiza la información obtenida durante el juego.

En juegos de mesa donde la estrategia es importante, se puede facilitar el análisis y la reflexión sobre lo sucedido, permitiendo que los jugadores identifiquen áreas de mejora.

Transferencia de conocimientos.

Los juegos favorecen la transferencia de aprendizajes, ya que se debe recurrir a experiencias anteriores para aplicar lo que han aprendido a nuevas situaciones. Esta transferencia es esencial en el contexto educativo, ya que permite personalizar el aprendizaje.

Los jugadores aplican sus conocimientos previos a nuevos retos, mejorando su capacidad de resolver problemas y haciendo que el aprendizaje sea más significativo y aplicable a la realidad.

Es tan importante elegir un juego adecuado como saber qué hacer con él

Elegir el juego adecuado es el punto de partida de cualquier proceso de aprendizaje. No todos los juegos ofrecen las vivencias necesarias para cumplir con los objetivos educativos, por lo que hay que seleccionar aquellos que fomenten habilidades clave como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el trabajo en equipo.

Sin embargo, no basta con escoger un buen juego. Es igualmente importante que la orientación del profesorado haga que realicen una metacognición efectiva, es decir, que reflexionen sobre lo que han aprendido. Este proceso es clave para que el aprendizaje no se quede en el juego, sino que se transfiera a otras áreas de la vida cotidiana.

Un educador capacitado con las habilidades y la actitud necesarias será clave para transformar estas dinámicas lúdicas en verdaderas experiencias educativas, ayudando a los jugadores a aplicar lo aprendido a otros contextos y logrando un aprendizaje significativo y duradero.

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