Cerrar la caja con celo resistente, adaptar bien la caja al paquete, sin dejar huecos, tener en cuenta la posible fragilidad del mismo y envolver cada cosa por separado, son claves para no tener problemas en los envíos
Son numerosas las ocasiones en las que tenemos que enviar una serie de cosas a un familiar o a un amigo que vive en la otra punta de España o de Europa, y una de nuestras principales inquietudes suele ser que el paquete llegue a su destino intacto.
Lo primero es contar con una caja o envase resistente y adaptado a lo que queramos enviar. En Embaleo, por ejemplo, podemos encontrar y buscar los mejores embalajes de protección con tamaños y cajas de todo tipo.
En principio hay que recordar que las empresas de mensajería tienen un seguro para cubrir posibles daños, pero si embalamos incorrectamente el mismo, estas empresas de paquetería pueden obviar su responsabilidad así que es mejor curarse en salud y aprender a embalar nuestro envío en condiciones.
Existen hasta envases adaptados para el envío de comidas, que nos facilitan mucho que no lleguen olores o se transmitan al resto del contenido del paquete, si es que lo mandamos en cajas de cartón grandes. La comida también se puede enviar envasada al vacío, si nos es posible.
Una vez contamos con una caja resistente o robusta, es importante no dejar huecos entre las cosas que vayamos a introducir, donde podemos colocar papel de periódico o de revista vieja que tengamos por casa. De lo contrario, las cosas que introduzcamos en nuestro envío podrían ir ‘bailando’ durante el viaje y golpearse entre sí. Si el producto es muy frágil, debemos hacer constar la palabra frágil en la caja, con una flecha en el sentido en el que debe ir la caja, y lo mejor es usar papel de burbujas.
Controlar el exceso de peso es otra cosa vital, por un lado, porque muchas empresas cobran por peso a la hora de enviar los paquetes, y por el otro, para que no llegue destrozada al lugar de destino. Y también, revisar si hay líquidos en nuestro envío, cerrando muy bien los recipientes o colocándolos por separado para que no se mezclen o dañen el resto del paquete.
Si algo tenemos que tener claro es cerrar bien la caja con celo fuerte, olvidándonos de bonitos lazos o cuerdas que llegarán hechos unos zorros, y no ofrecen la resistencia adecuada para el servicio de mensajería. Si queremos causar buena impresión a quien abrirá el paquete, dejemos los lazos para una caja interna, también debidamente protegida, donde luego coloquemos ese valioso regalo que hemos preparado.
En definitiva y, en resumen, para enviar un paquete y no morir en el intento, conviene cerrar la caja con celo resistente, adaptar bien la caja al paquete, sin dejar huecos, tener en cuenta la posible fragilidad del mismo y envolver cada cosa por separado.







